2 jun 2011

¿Y a quién le importa?: El origen de los voyeurs


Con este post se inaugura la sección ¿Y a quién le importa?, centrada en las más dispares curiosidades que pueden pasar a engrosar tu cultura más inútil. Hoy hablaremos del origen del término voyeur (francés), mirón (español) o Peeping Tom (inglés).

Resulta que en pleno siglo XI en Inglaterra durante el reinado de Eduardo el Confesor, el conde de Chester Leofric tenía a sus vasallos sometidos a impuestos de lo más abusivos. Así que, su mujer Godgif (Lady Godiva) le pidió que los bajará, compadeciéndose de los pobres plebeyos. Como respuesta el conde Leofric le dijo que lo haría pero con la condición de que ella se debía pasear a caballo desnuda por el pueblo, suponemos pensando que ella no accedería. Pero ni mucho menos, Lady Godiva montó a caballo y cumplió con su parte del trato. Eso sí, antes acordó con el pueblo que cuando lo hiciese se encerrarían en sus casas con las ventanas y puertas cerradas. Así pues, Leofric acabó rebajando los impuestos tras el paseo de su esposa.

Seguramente os debéis imaginar que la curiosidad mató al gato y es que, efectivamente, un vecino del pueblo no pudo más y por un agujero en la persiana contempló a la mujer despojada de sus ropajes. Éste era el sastre Tom y, según la leyenda, se quedó ciego tras el suceso. Es así como el término Peeping Tom, “Tom asomando” traducido literalmente, se forjó en la lengua inglesa como la expresión para designar a lo que en francés denominamos voyeur y en castellano mirón.

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